La banda liderada por Brett Anderson demuestra su vigencia entre los grupos británicos. El funk argentino está que arde con los álbumes de Lattenzi & The Funky Dealers Orchestra y G-Fonk.
El quinteto británico Suede, uno de los estandartes del Britpop, volvió al ruedo con su flamante “Night Thoughts”, un disco muy bien pensado desde la instrumentación y que se presenta a sí mismo como un concepto cerrado.
Son 12 canciones en las que los londinenses no sólo hacen que uno mueva la patita mientras suenan, sino que lo obliga a sumergirse en un ambiente que presenta la oscuridad y la esperanza en partes iguales.
En una entrevista, su cantante, Brett Anderson, dijo que este es el primer disco que compuso luego tener a su primer hijo y que toda la placa está influencia por ese sentimiento.
Y claramente se nota que el miedo a no ser buen padre, en contraposición a la satisfacción de serlo, es la tensión que mantiene “Night Thoughts” tanto en baladas etéreas como “Tightrope” como en temas más radiales como “No Tomorrow”.
“Learning to be” puede ser el ejemplo cabal de esa angustia, con Anderson cantando “Y no es extraño que cada método que elijo para acercarme a vos me aleje?”, sobre un teclado espacial y un plano clásico, que terminan transformándose en una especie de canción de cuna.
Que cada final de canción termine como el comienzo de la que sigue, que esas frases se repitan a lo largo del álbum, tampoco es una casualidad, debido a que la búsqueda de Suede fue por el lado del concepto, plasmado en la película grabada por Roger Sargent, autor del documental sobre The Libertines, que acompaña al disco.
Con “Night Thoughts”, Suede reivindica el correcto regreso advertido en “Bloodsports” (2013) y se separa del sonido de Oasis y Blur, dos de los grupos que en su momento fueron encasillados dentro del Britpop cuando, juntos, aparecieron en los primeros años de los ’90.
Sin embargo, a pesar de que se nota este avance no sólo en la instrumentación y en la composición, sino, también, desde la producción (a cargo del histórico Ed Buller), Suede continúa mostrando que su arte se base en las guitarras.
La rítmica de “No Tomorrows” y “Like Kids” van por el lado más pegadizo y popero del álbum, aunque en ningún momento dejan de a un costado al espíritu de unidad que muestra desde el minuto cero de “Night Thoughts”.
De hecho, la placa termina con dos canciones (“When You Were Young” y “The Fur and The Feathers”), que cierran el círculo lírico y orquestal iniciado en “When You Wer Young”, con la voz de Andersson demostrando que está en un momento de excelencia.
Con una presencia notable de teclados ambientales, las composiciones estuvieron, nuevamente, a cargo del tecladista Neil Codling, aunque, a su vez, se hace evidente que las guitarras de Richard Oakes, quien ingresó en 1994 tras la salida de Bernard Butler, fueron utilizadas para la las rítmicas en el estudio.
Con 25 años de trayectoria, Suede demuestra su vigencia dentro de los primeros puestos de los grupos británicos que sucedieron a la revolución Madchester de los ’80 (Joy Division, New Order, The Smiths, The Stone Roses), pero revalidando, hoy más que nunca, las influencias que siempre reconocieron en David Bowie.
Funky cordobés
A los cordobeses Lattenzi & The Funky Dealers Orchestra ya no les alcanza con el cuarteto, con haberlo inventado y ahora quieren apropiarse del funk, como lo demuestran grupos como De la Rivera, Rayos Laser y Federico Lattanzi en este disco doble.
Desde Villa María, Federico Lattanzi ha montado diferentes proyectos como los Funky Dealers Orchestra y Elefante Blanco, en donde ha desarrollado su pasión por la música negra, el funky, el soul, el hip hop. Y mediante el sello Basura Records ha editado este disco de manera independiente y autogestionada.
En este caso, los Funky Dealers son una banda que mezcla rock, metal con el funk y el hip hop al estilo de Faith No More y de los Red Hot Chilli Peppers. Lo acompañan Luciano Cuviello, Alejandro Artaho, Sergio Alonso, Mateo Oviedo y Mario Rodríguez, entre otros.
Los Funky Dealers no son softs van derecho al grano, al Groove y con la base bien power adelante, las guitarras bien marcadas y una cadencia sexual y cachonda.
Ese estilo más cercano a Prince, a los RHCP, a James Brown y George Clinton se percibe de entrada en “Ritmo Libre”, con el bajo armando un Groove descomunal, la batería golpeada bien fuerte, sumados a arreglos de bronces. Pero la guitarra esta bien el frente, marca el tiempo, juega, mete solos, no es un aditamento como en el funky más soft.
“Sos vos nomas” abre con un bajo a lo Flea volando y cargándose la canción al hombro, la guitarra más metalera, igual que la base, arreglos de bronces y teclados, mientras que Lattenzi opta por un estilo más rapero para cantar, rimando y tirando frase duras, bien acompañado por arreglos de voces.
“Trying to be” es un funky setentoso, con una guitarra juguetona, caliente, coros en ingles y los Funky Dealers se disfrazan de Sly Stone o de Prince con mucho estilo, un gran solo de saxo y un Groove que hace bailar a las chicas y bajar con sus caderas hasta ahí donde la temperatura es muy alta.
“El embrujado” tiene un inicio radializado y televisado con un mix de noticieros extranjeros y después se convierte en un funky con la voz procesada, bien a lo RHCP, con un Groove bailable y duras consignas contra los medios de comunicación. Así durante varios minutos en los que se luce la guitarra, los arreglos de bronces y los coros, hasta que el cierre es un rock latino con percusiones acompañando al bajo y el Hammond metiendo acordes.
“So much” abre con la guitarra riffeando y encima se cuelga el bajo con un Groove capaz de levantar a una maquina de tren a la que la batería le da marcha con mucho poder. Las voces en ingles y otra vez los Funky Dealers no te dejan sentarte y te llevan a bailar, aunque también te invitan a moverte sabiamente en la cama junto a tu chica.
“Got nobody” es un funky bien negro y tradicional más romántica, que Lattenzi canta en un tono a lo Stevie Wonder, con un muy buen solo de guitarra y con buenos coros. “Do you” ya trae scratching, bases programadas, un bajo bien marcado y airecitos de hip hop que te llevan a bailar, mientras los saxos y la trompeta solean con muy buen gusto.
“The Johny Song” también esta cantada en ingles, la banda juega a un funky bailable, con buena cadencia siempre a caballito del grove demoledor del bajo y la batería y los interesantes arreglos de bronces.
“Got to do” tiene un base de percusiones latinas, es más tranquila, más orgánica, trae aroma a madera, equipos valvulares, cantada con un tono bien juguetón y una cadencia mimoso, bien caribeña.
“De la boina” abre con percusiones latinas, pero luego surgen la guitarra bien funky y el bajo gordo y grave dándole un ritmo bailable muy bien desarrollado y bien juguetón. El disco se cierra con el funky a lo Wonder “Al final”.
G-Fonk se presenta con “Tras la ventana”
Primer disco del entrerriano Gastón Bertolini que bajo el seudónimo de G-Fonk confecciono este álbum que deliciosamente recorre las aguas del funk, el R&B, el soul, el hip hop y otros estilos de música negra.
Bertolini se hace cargo de las voces, las letras, las guitarras, el bajo, las baterías, los teclados y las programaciones y en algunas canciones lo acompañan representantes de la movida en la ciudad de Paraná. “Tras la ventana” salio bajo el sello Jaguarete Records, pero el trabajo fue autogestionado e independiente.
El disco abre con “Interior” un jazzy souleado, con un groove dulce y cálido, mientras que “Limpia el ritmo” tiene más hip hop, con percusiones latinas y un interesante trabajo de la guitarra en un estilo bien negro.
“Nuestro pacto” es hip hop puro, batería electrónica, scratching y Bertolini rimando, mientras se suceden los arreglos de flauta traversa y andina, hasta que se vuelve a las raíces del rap, con la voz cruda sonando sobre una base dura.
“Por ti” tiene un inicio funky en falsete, con arreglos de bronces, un groove para bailar romántico y ese camino se pone duro, se transforma en asfalto duro en “Elevación” con una base dura, el bajo cargándose la canción, mientras Bertolini suelta su lengua rápida y filosa.
“Estado psicolirico” mantiene la línea hip hopera con un buen Groove y el apoyo en voces de Mel Yuros, mientras Bertolini rima mezclando la lisergia y los poderes de la música negra al estilo del “Espacial” George Clinton.
“Decir o hacer” cruza una acústica con una base bien R&B que Bertolini usa para cachondear al oyente con un estribillo soulero, y esa línea más romántica y con una interesante intro de guitarra sigue “En la calle”, que con el correr de los segundos se vuelve más cruda y hip hopera.
“Otro lugar” es un soul nocturno, romántico con la colaboración en las voces de E-Play Dappen y el aporte de trompetas. Con un groove más hip hopero, una buena base, “Dejalar ir” se pone más bailable, más prower con el apoyo en voces de Mel Yuros.
“Destino distinto” es un funky souleado con arreglos en flauta andina y saxos y sexy, al igual que “Sin piedad” con cierta cadencia a boosa nova mezclada con funk, con buenos arreglos de voces.
Los jardines de Sur du Monde
La banda rosarina Sur du Monde llega a las bateas con su tercer registro discográfico larga duración, “A siete jardines del sol”, en el que, atravesada por la naturaleza, combina melodías de guitarra y algunas programaciones.
El sucesor de “Tres”, lanzado en 2012, presenta siete composiciones con letras que remiten a sueños, mundos propios y despedidas, a veces en forma de reclamos y otras, edificadas en consejos.
Entre las canciones de “A siete jardines del sol” se destacan “Febrero”, un rock suave e introspectivo, y “Volver”, un rock melódico que va cobrando fuerza a medida que pasan los segundos y engalana a una voz que demuestra versatilidad.
“Canción para siempre”, con letra para envalentonarse, se construye a través de una interesante mixtura de instrumentos y sonidos y tiempos y contratiempos, mientras que la carta de amor “Hablan de nosotros”, se desliza entre momentos de tranquilidad y otros de mayor potencia.
Influenciados por el amplio abanico del rock y del pop alternativo de los 60 y 70, Sur du Monde nace en 2006 de la unión de Pablo Cravzov en voz, guitarras y programaciones, Sebastián Martino en guitarra y voz, Walter Randisi en batería y Manuel Mori en bajo, y un año más tarde lanza su álbum debut “Onírico”.